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Mostrando las entradas de octubre, 2024

Una fe sin emociones

[57] Mientras ellos iban por el camino, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». [58] «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos», le dijo Jesús, «pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza». Lucas 9:57-58 NBLA ¿Te puedo contar que, siempre había cuestionado mi fe en Dios? Y no te hablo de antes de andar en sus caminos, sino aún cuando ya llevaba años de haberme bautizado y habiéndolo confesado como mi salvador y Señor. A veces me sentaba a solas y le hablaba a Dios, le decía: - ¿y si cuando llegue el día no hay nada allá? Curiosamente, estos momentos de duda, no llegaban en momentos difíciles, y en mi vida los hubo bien incómodos y aún los hay; sino que esos cuestionamientos llegaban en momentos de quietud. Escucho a muchos cristianos recordar el día que sintieron "la presencia" del señor y pueden describir las emociones que sintieron el día que dijeron sí a Jesús. Yo sentí... nada especial. Solo una ocasión que escuché una canción que

Tus huesos no serán quebrantados

Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas lo libra el Señor. *Él guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos es quebrantado*. Salmo 34:19-20 NBLA Los romanos tenían por costumbre quebrar los huesos de los crucificados para acelerar la muerte de estos. No imagino lo doloroso que podía ser ya estar colgados en una cruz como para pensar en ese acto tan sádico de romperles las piernas. Hay situaciones difíciles en nuestra vida que parecieran solo ir empeorando; ya estamos colgados del dolor y algo sucede que busca hacer el dolor más insoportable. El Rey David se alentó en confiar en Dios, de que ninguno de sus huesos sería quebrantado, porque sabía que Dios lo cuidaría íntegramente; y así fue. Juan 19:36 dice: "Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No será quebrado ni un hueso de Él»." Los romanos se acercaron a Jesús para hacer lo indicado, pero, ya Jesús había muerto, ya no tenían que acelerar ni probar nada. Las demás amenazas de nuest