Fragilidad
Y Eliseo le dijo: «¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa». Y ella respondió: «Su sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite». 2 Reyes 4:2
¡Soy fuerte¡ Es el lema que me ha servido de escudo, un motivo para ponerme de pie cada mañana y cada vez que caigo.
"Resiliencia", parece ser el súper poder que YO me he adjudicado. Si hubiese sido la versión femenina de Superman, apostaría que soy invencible, solo porque la criptonita no es un elemento químico de la tabla periódica del planeta tierra.
Pero resulta que del mismo modo que lo que debilita al superhéroe no es de este mundo, si lo es de donde nació, su lugar de origen: el planeta Kripton; así mismo es la fragilidad que me dice que debo cuidarme, una característica con la que nací y que representa a la humanidad.
He sido trastocada con apenas 46 años, por lo menos de esa edad entré a mi casa un viernes y cuando me preguntaron la edad el siguiente lunes, mientras me esforzaba para subir a la camilla del doctor, hice una pausa:
- tengo cuarenta y s... , no sé, parece que subí a 60 en 2 días... No fue un chiste, así se comportaba mi cuerpo ese día.
Cuando leí el pasaje de Eliseo y la viuda, me ví representada por ella, porque pienso que luego que esta enviudó, asumió que podía ser tan fuerte como para resolver sola lo que la sociedad le imponia en su espalda.
Ser mujer ya era una débilidad, ser viuda, una tragedia; ser mujer, viuda y pobre... Era mucho con demasiado, como para suponer algo de sencillez para subsistir.
Está mujer solo le quedaba una vasija de aceite y su orgullo. Había sido la mujer de un miembro de la comunidad de profetas, un servidor de Dios, y este "hombre de Dios" tenía deudas.
Para llegar a este punto de inflexión, la viuda debió haber brazeado bastante, debió sentarse con su calculadora y su presupuesto, ya debía haber recortado gastos, limitado a sus hijos del internet, del cable, de los helados en el parque. Está madre ya había sacrificado su tiempo en familia para trabajar más y asegurar siquiera el plato de comida frente a ellos. Ya está madre estuvo a punto de perder sus hijos con un acreedor al que su esposo le debía.
Entonces, sin más recursos, según ella, fue a Eliseo.
Me he visto con buenos consejeros diciendo: recorta gastos y cuando se han sentado conmigo en la mesa, se dan cuenta que simplemente ya no hay de donde recortar.
Ella sabe que el aceite tiene valor, le quedaba una vasija; no lo subestimó, por eso le dijo a Eliseo que era lo único que tenía, ella sabía que podía venderlo, pero en sus manos solo era talvez para poner uno o dos días de comida en la mesa, su deuda era mayor.
Dios, a través de Eliseo, hace que de ese poco de aceite, quede tanto para pagar al acreedor como para vivir un buen tiempo tranquila.
El acreedor que hoy puede estar tocando a mi puerta para llevarse a mis hijas, puede llamarse señor Tiempo, tengo que saldar pronto la deuda que tengo con él, antes de que ni con la pequeña vasija de aceite pueda llenar más.
Mi vasija no tiene aceite, tiene resiliencia, se que tiene valor, pero estoy convencida de que esa maravillosa cualidad que Dios ha puesto en mi, usada por mi cuenta, solo me dejará el mínimo, en lugar de poner el pan en mi mesa por muchos años.
Solemos seguir el ejemplo y admirar a las personas "fuertes", por eso nos atrapan las películas de superhéroes. Pero está viuda me deja un ejemplo más: reconocer mis debilidades y mis límites.
Superman sí era invencible, bastaba que alguien de su planeta lo expusiera a un elemento que venía de su origen. Aquiles, tuvo debilidad en su talón y bastó la puntería de quién le disparó una flecha.
En mi naturaleza está creerme tan fuerte que puedo mantenerme de pie, no importa los golpes de la vida. Y el resultado a esto, es como perder la noción de mi edad en apenas dos días delante de un doctor.
Ser frágil no es malo, despertar un día y admitir que tengo algo de valor, pero que puesto en las manos de Dios es que me servirá para más que comer solo por hoy, es sano y de bendición.
No esperes a quedarte solo con una vasija de aceite para recordar que necesitas ir al Señor por ayuda; no tiene que ver qué hayas sido la esposa del mismísimo presidente, del pastor, del rey de España; todos podríamos vernos en una situación de necesidad.
Y si ya llegaste a ese punto, entonces, haz una pausa, no entres en pánico, deja de sacar tus propias cuentas y ve a Cristo, deja que él te guíe a buscar tantas vasijas vacías que pueda llenar con el aceite que Él mismo multiplicará para tu tranquilidad y la de los tuyos.
#meditandounpoco
Keyla Estepan
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