Verdadera Identidad...

Estoy llegando a pensar que de algo me han servido las tantas novelas clásicas que leí desde temprano; armar toda una trama con secretos de familias, herencias, amores encontrados y finales de impacto cuando veía desenredar toda una telaraña de incógnitas con los personajes.

Hoy pareciera que la psicología forense florece como herramienta puesta por Dios para traer todo un cuadro que pasa a ser parte de un proceso en esta etapa de mi vida.

Para contarles mejor, comienzo por los últimos sucesos, como las películas que al final después de mucho suspenso, el personaje va relatando lo que realmente ha estado ocurriendo  por debajo de lo aparente.

Una de las últimas predicas de mi iglesia, trato el tema de la “identidad” como hijos de Dios, lo que conlleva creer y ver a Dios como mi papá y no como un Señor lejano que denota únicamente “autoridad”.  Implica también entender ese amor filial, y saber esto nos da un sentido de confianza y descanso y de paso nos lleva a acercarnos, respetar y querer más a Dios.

Tengo la situación de mi hija y su padre con el que no tiene una relación afectiva, algo sumamente difícil de tratar para mí.  Pero esta predica me dió verdades puntuales y sé que Dios está por limpiar esa área en nuestras vidas y oro constantemente por dirección y fortaleza para todo este proceso.  Esta incomodidad resurge de vez en cuando y cuando se remueve causa gran dolor y no puedo negar que vienen las dudas.

Hace unas semanas atrás, luego de un cumulo de emociones en baja, porque aunque pase la Semana Santa meditando en la Cruz, estuve sola con mi hija, con muchas carencias, de las que debo admitir, Salí bendecida. Pero humanamente hablando la tristeza me invadía cuando pensaba que el padre de mi hija, se tomóo sus vacaciones en familia sin avisarme ni preocuparse por lo que “no dejo para ella”.

Un día mi hija mientras caminábamos a casa, me pregunta ¿Por qué Jesús (refiriéndose a Dios) le puso de nombre “Vida” (ese es su nombre)? Mi respuesta automática era explicarle la etimología de su nombre y el porqué “la llamé” así; inmediatamente ella me interrumpió y me dijo: “No mami, tu no me pusiste el nombre, fue Jesús”.

Me desahogué hablando con mami, y dentro de mis palabras que aunque con rabia y con mega análisis y justificaciones “propias” acerca de la irresponsabilidad paternal de este hombre y mis razones para que no fuera de esa forma, Sentí como el Señor callaba mis ideas y me decía: No reclames un apellido que no le pertenece a tu hija, una identidad que “no existe”  YO SOY su padre, nada le ha faltado y nada le faltará.

Tuve que callar, mientras venia a mi mente como un Portarretrato digital, imágenes del pasado y de lo que me toco saber de los orígenes de el padre de mi hija o lo que en ese entonces para él era desconocimiento; entonces entendí lo que el Señor puso en mi corazón: Estoy reclamando una identidad para mi hija que no existe.

Soy fruto de una familia disfuncional, donde aparte de una madre que trabajó tanto que no pudo darme todo el tiempo que necesitaba, también tuve un padre ausente de sus responsabilidades econoimicas, hubo afecto, pero tristemente no en un orden ideal, papi estuvo de lleno en mi vida solo hasta los primeros años de mi vida, en los cruciales no estuvo presente.  Así que mi historia en parte se ha forjado buscando un equilibrio que no era real, justificando que aunque papi no me suplió necesidades físicas, me dio mucho afecto, pero al final de cuentas aunque no compensó uno la falta del otro, por lo menos tengo un apellido paterno y orígenes claros.

Ahora voy más atrás:

Hace meses he estado en un ejercicio muy interesante: “construir mi árbol genealógico”.  Fue impresionante comenzar con el nombre de mi hija, su papá y mamá, pero como es lógico, el árbol se extendió por mi lado; ir caminando hacia atrás preguntando a mami a papi, a mis tíos y tías, investigando en internet y contactando gente que pertenece a mi familia que ha estado haciendo el mismo trabajo, lo que en un inicio pensé que se quedaría hasta una tercera generación en el árbol, se fue hasta como surgieron mis apellidos, de ahí vino una serie de visitas a familiares, poniéndome en contacto con “la ultima tía de mi mamá” (por la edad de mami es mucho decir); con mi abuela materna, que con su impresionante memoria me dijo los nombres hasta de sus tatarabuelos…

En una ocasión compartiendo con un hermano en la fe algunas reflexiones, me dijo que yo tenía el privilegio de ver el propósito de Dios en muchos aspectos de mi vida (que yo sea tan cabeza dura ya es otro asunto).  No es que yo tenga la vista completa del cuadro de mi porvenir, pero el Señor ha respondido a mis oraciones de guianza y es como si me dijera, no el final de la novela, sino: Keyla, “es por ahí que vamos hoy”, “Esto es lo que trataremos ahora”… Al tener esa bendición, el Espíritu Santo me guía en oración para fortalecer mi alma y si me doblego como ser humano imperfecta que soy, Su amor me levanta.

Entonces vuelven los flashbacks y puedo ver como comienza un proceso de sanidad del que estoy segura se abrirán heridas para ser limpiadas.  Como tratamos en una rica reunión de consejería en mi iglesia: Lo que me resta es orar, por la salud emocional de mi hija, porque ese amor de “Padre “que Dios suple sea canalizado de la mejor manera a nuestras vidas; también oro por su padre biológico, por las relaciones familiares de ellos, y oro por que las preguntas que surgen y surgirán a lo largo de este caminar de mi hija sean respondidas por el Espíritu Santo y con el amor de Dios…

13 Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;  Estoy maravillado,  Y mi alma lo sabe muy bien.
 15 No fue encubierto de ti mi cuerpo,  Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
 16 Mi embrión vieron tus ojos,  Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas  Que fueron luego formadas,  Sin faltar una de ellas.    
 17 !!Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!   !!Cuán grande es la suma de ellos!
 18 Si los enumero, se multiplican más que la arena;  Despierto, y aún estoy contigo.
Salmos 139:13-18

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Vasti o Ester?

Lo que vi en ti...

Espera en silencio en el Señor