Mi roca y mi refugio

Uno de los temas que se hace reincidente en mí (desde siempre) es el insistir en confiar o esperar en alguien. Desde pequeña la vida me jugaba mal dejándome plantada o cambiando mis planes.

A veces tomaba acciones que entendían me librarían de ese malestar; por un largo periodo salía sola a todas partes, si quería ir a la playa o a un bar y no encontraba compañía, me iba sola. De alguna manera eso me evitaba el tener que esperar a alguien. Eso también trajo como consecuencia mucha soledad.

Por muchos años mi papá me dejaba esperando luego de decirme al teléfono que ya estaba llegando, que vendría pronto: mi mamá le tocó trabajar en una tienda por departamentos y en los días de navidad salía hasta de madrugada, y también me quedaba esperando.

En una ocasión ya adulta, quedé de reunirme con un amigo en un lugar, yo llegué primero, mientras esperaba, recuerdo que me invadió una angustia terrible. Esa persona me dijo: “yo nunca te dejaré esperando”. De alguna manera descansé en esa promesa y al final él me decepcionó.

En lugar de con los años ir sanando ese pesar en mi, se ha ido llenando de matices para mi muy incómodos; ya no solo me molestan el que me dejen esperando, sino el que cambien de planes a última hora, que no sostengan una palabra, esto me ha afectado hasta en el confiar plenamente en Dios…

Leer el salmo 62 fue como flecha para mi alma…
Sal 62:1 En Dios solamente está acallada mi alma;
Sal 62:8 Esperad en él en todo tiempo,

Me di cuenta que aunque yo tomara medidas “personales” para evitarme esos momentos de incomodidad, se hacían inútiles mis esfuerzos. Entonces trataba de relajarme y creer en la palabra de alguien aun con pequeñeces de esperar que me llevaran algo, y si fallan, mi humor cambia.

Sal 62:9 Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;

El único que ha sido fiel y cumplidor es Dios, así lo ha demostrado.

Algo peculiar que ha hecho el enemigo es “jugar” con la posición de Dios en “mi mente”… lo que mi corazón ha anhelado (aun no siendo bueno para mí) le he permitido convertirse en promesas y cuando no resultan, inconscientemente marcan se “creer” en las promesas de Dios, pero para mal.

Sal 62:2 El solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho.

No solo veo que el único que debe fundamentar mi esperanza es Dios, sino que David dice que “no resbalare mucho”. Es inevitable que haga rabietas cuando alguien me falle, la gente frecuentemente me dejará plantada o cambiará mis planes, pero inmediatamente algo así me suceda, debo traer la verdad a mi mente:

Sal 62:5 Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza.

Solo Dios es la “roca inconmovible” y El no cambia de planes…

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