Cuando no tengas nada más que preguntar… Sigue preguntando.

Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. Marcos 7:17

Cuando nuestros bebes comienzan a hablar nos parece súper emocionante y vamos por ahí diciendo a todo el que se nos cruza en el camino las palabras que ya son capaces de repetir; la emoción se hace mayor cuando dicen palabras por su cuenta y cuando empiezan las preguntas ¿Qué es eso? ¿Para qué es eso? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? (así de repetidas veces o más) Ya ni queremos responderles, hasta que caemos en cuenta que es una etapa más de nuestros chiquitos.

Al conocer al Señor parecemos bebes, repetimos lo que escuchamos de nuestros pastores y lideres, dejamos incluso que las oraciones las digan otros por nosotros, Vamos aprendiendo y empezamos a meditar de lo que leemos y escuchamos y ya vamos teniendo la capacidad de comunicarles a otros lo que estamos conociendo.

Los discípulos de Jesús caminaban junto a Él y escuchaban las parábolas que les contaba a la multitud y a pesar de que pasaban la mayor parte del tiempo junto a Jesús, no entendían el significado de lo que Él les contaba.  Al final, ellos preguntaban a Jesús para aclarar cualquier duda.

Hebreos 4:12 nos dice que la palabra de Dios es VIVA, y esta es una definición simple de diccionario del adjetivo VIVO: Que vive. Animado. Intenso. Penetrante. Persistente. Fervoroso. Diligente. Ardiente. Eficaz. Rápido. Pronto. Persuasivo.

Los discípulos de Jesús nunca se sintieron “tan cerca” de Él como para creer que podían entenderlo todo y no tener nada que preguntarle.
Y lo más importante, después de un sermón a una multitud de varias horas, no vemos a un Jesús tan cansado como para dejar a sus discípulos sin respuestas.

La palabra de Dios siempre tendrá algo que decirnos y siempre tendrá respuesta a todas nuestras preguntas. 

Sigue preguntando…


30 de agosto de 2013

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