Lo importante de un desperdicio…

Mateo 26:6-13

6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Cuando leí este pasaje tome un descanso que era necesario para mi alma. He pasado mucho tiempo enfocada en “como servir” a Dios, y he aprendido lo importante de amar al prójimo, aunque confieso que no he podido aplicarlo 100%, ya saben cuando se interpone ese interés de proteger lo propio no solemos demostrar mucho amor por los demás.

1 Timoteo 4:7-8 … Ejercítate para la piedad 8porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.

Cito:
“La expresión ejercítate implica el hecho de ser obligados a hacer algo; si queremos ser cristianos fuertes y crecer en el Señor, tenemos que obligarnos a Usar nuestro espíritu, hasta que ejercitarlo sea nuestro hábito prevaleciente, Equivale a avivar el fuego de nuestro espíritu.

Ejercitar nuestro espíritu conlleva tomar las medidas necesarias con respecto a las diversas partes de nuestro corazón —nuestra mente, nuestra parte
Emotiva, nuestra voluntad y nuestra conciencia—, las cuales rodean nuestro espíritu.

Ejercitar nuestro espíritu regocijándonos siempre, orando sin cesar y dando gracias en todo a fin de disfrutar del Espíritu que mora en nosotros, es la
clave para hacer todas las cosas en Cristo.

Ejercitar nuestro espíritu es orar, es acercarse a Dios de manera íntima y personal, teniendo en cuenta los intereses de Dios —Cristo, el reino de
Dios y la casa de Dios. Es poner nuestra mente en el espíritu.

Cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, percibimos el sentir de vida y paz en nuestro interior, lo cual es una sensación de fortaleza, satisfacción, reposo, liberación, vigor, frescura, resplandor y consuelo.

Cuando ponemos nuestra mente en la carne, percibimos el sentir de muerte en nuestro interior, lo cual es una sensación de debilidad, vaciedad, desasosiego, intranquilidad, depresión, sequedad, oscuridad y dolor.”

Recuerdo en mis inicios en la fe, yo era algo así como una fanática de “estar en forma”. Salía a correr en las mañanas, de ahí me paraba en el gimnasio y me ejercitaba por horas; esos rollitos en la cintura no eran conocidos por mí, cada vez que creía ver uno a la hora de levantarme y acostarme hacia abdominales. Hacia dietas extremas, y en ese entonces era puro hueso. Todo por la figura.

Un amigo que leía la biblia conmigo de vez en cuando me cuestionaba como era posible que me preocupara tanto por mi cuerpo y por mi alma no. Me gustaba leer mucho, la biblia se hizo uno de mis libros de cabecera, luego empecé a trabajar en asuntos del Señor… trabajo, trabajo, trabajo… de manera rutinaria todo solo fue un devocional en la mañana, trabajo en la comunidad y los servicios en la semana.
Definitivamente las cosas que he vivido en estos años me han demostrado la importancia de cultivar esa relación con Dios y el afianzarse en la palabra, pues hoy puedo afirmar que muchos malos ratos en mi vida se hubieran evitado. Aun así el Señor en su misericordia ha permitido que de aquellas cosas hoy pueda dar testimonio.

Debo admitir que los grupos de oración, hablar de ayunos, de retiros espirituales no estaban en mi glosario, y como sucedió en el pasaje con esa mujer que derramo perfume sobre Jesús, yo también la hubiera criticado.

Me he estado levantando muy temprano para estudiar más a fondo la biblia, estoy trabajando la disciplina, no excusándome con el sueño y otras trabas; un día de estos cuando me senté frente al computador y abrí todo mi material, simplemente me dije: ah Señor, yo no quiero estudiar hoy, solo quiero relajarme y alabarte; encendí música de adoración y solo me senté en el balcón a escuchar y hablar con Dios asuntos pendientes.

¿A que le doy prioridad? ¿Alabanza y oración o estudio y servicio? No le den muchas vueltas a estas preguntas, todo esto va de la mano, no hay la una sin la otra…

Zacarías 12: 1…Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él…

Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra fue creada para el hombre, y el hombre fue creado por Dios con un espíritu a fin de que tenga contacto con Dios, le reciba, le contenga, le adore, le viva, cumpla el propósito divino que satisface a Dios, le exprese y sea uno con Él.

Dentro de todo este despertar misericordioso de Dios para conmigo, he experimentado también lo que es descansar solo en alabarle, entendí que servirle siempre ha sido bueno, pero me faltaba “relajarme” un rato a solas con él, meditar y disfrutar de su grandeza y su belleza.

11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.

Cuando Jesús escuchó a los discípulos criticando a la mujer, creo y espero que no se escuche tan mal, que hay un día que Dios entiende que tengo un trabajo que hacer, pero si ese día “solo ese día”, no quiero metodismos, sicorigidez, trabajar, pensar en los pobres, levantarme pensando en las obras, etc… El me entiende…

¿Qué tanto tiempo tengo para tomarme un tiempo cómodamente con Dios? Que no sea solo esos 15 o 20 minutos antes de la prédica en la iglesia…

13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Ya no me da vergüenza admitir que a pesar de tantos años de bautizada y aceptada en la familia de Dios, en este tiempo es cuando estoy saboreando todo lo que el señor tenía guardado para mí. Antes sabía que era heredera del reino de los cielos, hoy me comporto como tal; si desde antes ya estaba inscrita en la lista de los que aceptamos a Jesús como salvador, hoy puedo leer mi nombre en ese libro…

Esa mujer hizo algo que pudo ser criticado por los mismos discípulos como algo innecesario, pero Jesús les confirma que eso que parecía una acción de “desperdicio” pasaría a ser algo que se mencionaría en los evangelios y tantos años después que se recuperaron los rollos de esos libros, Dios decidió que “ese suceso no se extraviara”

He tenido el “pequeño inconveniente” de que las decepciones que me ha dado la vida, aunque entiendo que las he perdonado, han endurecido un poco mi corazón, a veces pareciera ser que soy poco emotiva o indolente. En muchos aspectos esa actitud defensiva me ha traído momentitos difíciles con las demás personas. No es que no esté una y otra vez a disposición de abrir mi corazón, eso es parte de perdonar, pero si es muy marcado los limites que están entre el que quiere entrar y yo.

Eso me ha pasado con mi relación con Dios. Me sentía cómoda porque podía compartir con él sin exponer tanto mis emociones, uno que otro día llegaba alguna vulnerabilidad, pero rápidamente “recuperaba mi cordura”. No exagero. Amaba mas a Dios porque el “respetaba” mis sentimiento que por las maravillas que ha hecho por mí.

Pues El Señor me ha ido ministrando este tiempo para que entienda que porque me estoy gozando, estoy levantando mis manos con libertad, que estoy cerrando mis ojos “imaginándolo a Él”, estoy alzando mi voz en alabanza, entonces de mi El contara de mi este descanso.

Cuando hablamos de cómo oramos a Dios llegamos a la conclusión de que por hábito el 60% de la oración corresponde a peticiones, 30% a pedir perdón (difícil que pidamos perdonar a otros) y el 10% restante a decirle: amante padre, gracias por este día, por la vida, tu misericordia y tu gracia…

En una ocasión el pastor mencionó que un hermano de la iglesia lo había llamado simplemente para invitarlo a comer; para alguien que ha estado acostumbrado a ser solicitado para dar consejos, para ser hombro de todos, fue una sorpresa que alguien lo llamara sin necesitarlo.

Vayamos un día ante Dios en esa actitud, en agradecimiento, en camaradería, en chistes, en oración, en alabanza. No pensando ese día en lo malo que he sido y lo que soy, no pensando ese día que no soy capaz de obedecerle, no pensando ese día que tan miserable puedo ser. Yo estoy probando eso en estos días y me estoy olvidando no de lo que él hizo por mí, ni de mi restauración. Hoy solo estoy disfrutando toda esa misericordia y riéndome con todas mis muelas (las que me quedan) de las tantas chulerías que tiene el Señor conmigo el día de hoy.

En nombre de Jesús
Amen

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Vasti o Ester?

Lo que vi en ti...

Espera en silencio en el Señor