Los fantasmas existen...

De niña fui cobarde (aun no duermo de espalda al borde de la cama), talvez por nada, pero veía fantasmas.  Sí, los veía, era alguna toalla o alguna camisa colgada en la penumbra de mi habitación y juraba que si tan siquiera yo respiraba fuerte, me escucharía y me atacaría.  Por eso, nunca iba al baño sola en la noche, prefería correr al otro lado de la habitación, al lado de mi papá, al mismo tiempo que iba a voces llamando a papi.
Aunque debe haber una luz encendida cerca de mi habitación, hoy, después de dos niñas, y la obligación de ser yo la que socorra si alguien tiene miedo en la noche; el ánimo de que un espectro me pueda asustar, va a depender mucho de mi nivel de cansancio al final del día.
Hoy tengo otros fantasmas, uno en particular me acompaña día y noche; es algo así como "Gasparín, el fantasma amigable", que igual hace que muchos corran cuando lo ven; no es peligroso, pero nadie quiere ver un ser que atraviesa paredes.

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