Dios promete y tú eres feliz

Y bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor». Lucas 1:45 

Mi hija mayor se graduó de la universidad, y me hubiera gustado haber hecho un collage de fotos desde su primer día de escuela hasta ahora. Pero en sus primeros años, nuestras vidas estuvieron llenas de caos financieros, familiar y espiritual; no hubo tiempo para plasmar algunos buenos momentos.

Pero sí recuerdo vívidamente, el día que escuché de Dios en mi corazón, decirme, Vida es mi hija, yo me encargo de ella.

Pasamos de no poder pagar mensualidades escolares, recibir subsidios y ayuda de familia y la iglesia, para poder cubrir sus primeros años de escuela, hasta aprender a valorar el sistema de educacion del estado.

Cada fin de año era un respiro, y cada inicio de período escolar era un desafío, y siempre teníamos lo necesario.

Así que, verla culminar una etapa universitaria, ha sido una promesa cumplida del Señor para mi y mi hija.

Cuando supe que estaba embarazada por segunda vez, mi hija tenía 7 años, mi miedo fue mayor, porque sentía que incrementaría toda esa ansiedad y el Señor me dijo entonces: tu haz mi voluntad y yo hago el resto; hoy, venciendo miedos anteriores, vamos caminando en Él y con Él.

La diferencia es que he saboreado la fidelidad de Dios y ahora, descanso más en él (tengo más fotos para el futuro collage).

María creyó lo que Dios dijo que haría con ella y aceptó con gozo lo que vendría; eso hizo que ella fuera llamada por su prima Isabel: bienaventurada.

Cuando alguien nos dice: todo va a estar bien, no solemos tener un sentimiento de calma instantáneo, podemos orar, pero la preocupación permanece.

El término griego "makarios" se traduce comúnmente como "bienaventurado" o "feliz". En contextos bíblicos, se refiere a una felicidad más profunda y duradera, no simplemente basada en circunstancias externas, sino en una bendición y una relación con Dios.

Si es Dios que nos dice: confia, todo estará bien, la paz que sobrepasa todo entendimiento nos hace ponernos de pie para alabar y cantar a Él, entra su gozo, aunque no tengamos en las manos lo prometido.

Que puedan llamarnos bienaventuradas, porque hemos creído las promesas y esperado en Dios sin desmayar.

#meditandounpoco 
Keyla Estepan

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