Espero al Señor para el café...

Espero al Señor , lo espero con toda el alma... Salmo 130:5 NVI

Cuando llego a casa al final del día, mis dos hijas salen a mi encuentro, hasta la perrita baja la escalera solo para devolverse conmigo por la alegría de verme llegar. Ellas me abordan con sus historias, porque ansían que yo sepa lo que les ha pasado durante el día, me van rindiendo cuentas de las tareas asignadas y cumplidas con tal orgullo! ¿Cómo no querer llegar a mi hogar cada tarde?

Pero, ¿que pasa si alguna de ellas aun no ha sacado la basura o la perrita hizo sus necesidades en la sala en lugar del pasillo? Esta última se agacha y esconde la cola y de las hijas, baja la intensidad de lo que quieren contar por hecho...

Dios creó un lugar: el Edén, donde Él se paseaba y visitaba a su creación (Genesis 3:8); yo quiero imaginar está visita como cuando yo espero a alguien para compartir el café y sentarme por largo rato a conversar.  Me esmero en limpiar la casa para recibirlo y puede que me pare en el balcon varias veces para confirmar si ese alguien "esta llegando".

Pero aquel día, en el mismo pasaje de Génesis 3:8, el hombre y su mujer, no mandaron mensajes de textos preguntando a Dios: ¿por dónde vienes?, más bien cuando lo escucharon llegar,  se escondieron de Él, al menos eso creyeron, porque algo no andaba bien...

Quisiera decir que nunca he tratado de esconderme de Dios, aunque suene absurdo, pero tantas veces he caído que aunque me repita que Dios me sigue amando, la verdad no quisiera que el me viera en caída.

Quiero decir siempre como el salmista, que espero a Dios con toda mi alma, talvez porque no le fallé hoy; pero es seguro que cualquier día mi casa esté tan sucia como para querer recibir visitas.

Jesús no tomó en cuenta que Pedro lo negó como para Él restaurarlo (Juan 21); como tampoco Dios vaciló en buscar a Adán después de haber desobedecido y preguntarle ¿dónde estas tú? (Gen 3:9).

No importa las circunstancias, Romanos 8:39 dice que "nada ni nadie nos aparta del amor de Dios": por eso aprendo que aún sabiendo que no soy digna de su presencia, lo puedo esperar con ansias a que llegue a restaurarme y cubrirme con su grande amor, y creer que Él siente el deseo de llegar y habitar tranquilo en mi casa cada día y tomarse el café conmigo.

Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados,
¿quién, Señor, sería declarado inocente?[a]
Pero en ti se halla perdón... Salmo 130:3-4

#meditandounpoco

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