¿Hasta donde llega mi servicio?

Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.  Juan 13:14

En una ocasión, los lideres de mí iglesia, nos sorprendieron cuando nos dijeron al llegar al lugar de la reunión: -al entrar, quitense los zapatos.

Las chicas regularmente andábamos con sandalias,  así que era descalzarse y ya, pero los chicos andaban con tenis, y por casi todo el día.  Así que algunos querian pasar de la invitación, pero el líder insistió hasta que cedieron.

Nos lavaron los pies, en medio de risas y chistes acerca de los olores de los chicos, o que si las chicas no se habían arreglado los pies, el momento fue bastante ameno. Para mi, fue algo incomodo ver a pastor postrado delante de mi en esta tarea. Luego nos leyeron el pasaje de Jesús lavando los pies a los discipulos.

Era la primera vez que escuchaba esa porción de la biblia.

Andar con sandalias en días como hoy, donde las calles solo te llenan de polvo, o el material de los zapatos no es como el de antes, así que es menos probable que asesines a alguien al quitartelos.

Y si estas advertido antes, te lavas los pies antes de salir.  Pero al igual que mi grupo, los discipulos fueron sorprendidos con esto de Jesus lavarle los pies.

Ellos andaban con los pies al descubierto todo el día, en tierra si asfaltar.  Así que imagina como llegaban a sus casas.

No había que preocuparse; porque en un hogar había sirvientes para la olorosa tarea, no para el dueño de la casa.  Entonces, Jesús, el invitado principal, sin avisar, decide ceñirse la toalla y lavar pies (Juan 13:4).

Le invito a leer este pasaje, porque no sólo hay un Jesús con disposición de bajar de nivel para lavar la suciedad de mis pies, que han caminado cuadras y cuadras acumulando tierra, sino también vemos a un Pedro no muy convencido de que alguien con tanta importancia quisiera hacerlo.

Lavar los pies a mi pareja, mis hijas, a mis hermanos o a mis amigas, sería motivo risas y buen rato... ¿le lavaría yo los pies a un indigente que ha caminado horas en las calles acumulando no sólo suciedad en sus pies, sino mugre en su alma?

¿Hasta donde llega mi límite del servicio en lo personal?

#meditandounpoco

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