El huerto de Dios

A cada semilla Dios le da el cuerpo que él quiere darle.1 Corintios 15:38

Muchos saben que tengo un nuevo hobbie: sembrar en casa.  Pasé de no gustarme las plantas a emocionarme al abrir la puerta de mi balcón y encontrar nuevos retoños en mis semilleros. Es una pequeña aventura.

Apenas comienzo, no identifico bien las plantitas nuevas, así que tengo que recurrir a mi memoria para saber que sembre en cada semillero.  Obviamente, cada planta aunque se parece al principio, cada una va creciendo diferente y, tiene cuidados distintos, incluso al momento de regarlas, a unas se les echa más o menos agua que a otras.

Y debo ir aprendiendo a transplantarlas, por lógica,  no podría dejar un tomatero crecer en un cartón de huevos...

Nuestros cuerpos actuales, Pablo los compara con semillas, refiriendose a la resurrección,  nos compara con ellas, porque ellas no se quedan como las siembras y cuando la planta va creciendo, ni siquiera tiene las hojas con su forma.

La semilla muere, y nace una planta, y esta se va transformando hasta dar frutos.

Cada forma tiene su misión,  ser plantada, ser cultivada y ser consumida; así nuestros cuerpos son, literalmente, temporales y podemos decir que somos un gran semillero que Dios está cuidando para cuando nuestros cuerpos sean transformados para la resurrección.

Y espero un día no muy lejano, poder mostrar (y comer) frutos de mi cultivo casero.

Pero tomaré mi tiempo y cultivaré mi paciencia para decir que no ha sido en vano levantarme a regar mis plantas...

Por eso, mis queridos hermanos, manténganse firmes, y nunca dejen de trabajar más y más por el Señor Jesús. Y sepan que nada de lo que hacen para Dios es inútil.
1 Corintios 15:58

#meditandounpoco

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